Drogas en la cárcel...




Si, es algo que nunca entenderé, ¡¡¡DROGAS EN LA CÁRCEL!!!... y es que parece mentira que en un sitio de esta envergadura puedan pasar estas cosas. Pero hay que tener en cuenta que no sólo es droga, sino que es un medio para conseguir otros objetivos. Con ello pueden manipular a otros presos y así consiguen dinero.

Y ahora lo más curioso… ¿quién mete la droga dentro de la cárcel? Pues hay muchas maneras, están los familiares y amigos que van a visitar a los reclusos, funcionarios corruptos, etc.

Como dije en la anterior entrada… una gran parte de los presos tienen problemas de drogadicción, aunque muchos de éstos no son conscientes del gran problema que tienen. Y es ahí donde entran los modelos terapéuticos.

En esta exposición vino un equipo técnico de una comunidad terapéutica, que se organizaba en cuatro áreas:
- Área Médica.
- Área Social: aquí sobre todo se trabaja con las secuelas sociales que las drogas provocan. Y los educadores sociales se encargan de fomentar conductas alternativas al consumo.
- Área Psicológica.
- Área Laboral-ocupacional.

Su finalidad es la reinserción laboral, y es una labor muy poco conocida. Resaltaron que es necesario tener más recursos pero que hacían todo lo posible con lo que tenían.

Uno de los miedos que tienen los reclusos es que una vez que están fuera es que no saben qué hacer para no volver a recaer, ya que se encuentran solos ante la realidad de la que llevan fuera x tiempo.

Ellos dicen que por ello es muy difícil iniciar una nueva vida, ya que todo lo que conocen está relacionado con su vida anterior y eso es lo que les llevó a la cárcel.

Por lo que es necesario llevar intervenciones también o al menos un seguimiento de estas personas fuera de la prisión. Porque bajo mi opinión uno de los problemas que tiene estas personas, es que se vuelven dependientes de la comunidad que forman dentro.. Y luego cuando vuelve a la realidad que hay fuera de los muros de la cárcel, no son capaces de enfrentarse a una vida donde sólo ellos son los protagonistas.

Así que según mi opinión, se debería ayudar en la transición de salir de la cárcel y readaptarse a su nueva vida.
Los profesionales que vinieron son de FADAIS, y a continuación os dejo información sobre dicha asociación.

F.A.D.A.I.S

Se encuentra en Almonte (Huelva), es un centro de atención a las drogodependencias y adicciones. Los usuarios son tanto a hombres como a mujeres, desde jóvenes a adultos. Donde se haya drogodependientes cumpliendo condena o no, procedentes de la calle, no de las cárceles.Objetivo principal: incorporación en la sociedad y la mejora de la calidad de vida de personas en situación o en riesgo de exclusión social, a través de actuaciones y servicios de apoyo que lleva a cabo junto con los agentes sociales, basándose en principios como la calidad de vida, igualdad, eficacia, trabajo en equipo, innovación, respecto…

Su finalidad es satisfacer las demandas y expectativas de las personas que atiende en el ámbito de la comunidad terapéutica. Para realizar una mejor intervención, F.A.D.I.S cuenta con un área médica, una social, una educativa y una ocupacional/laboral.

En FADAIS es muy importante que los usuarios cumplan con el horario y la normativa del centro. Cuenta con un equipo profesional muy amplio, donde destacan la psicóloga, el trabajador social, el abogado y el educador social.Este centro destaca no solo por la convivencia de presos y personas que no lo son, si no porque es un centro que no es totalmente cerrado. Y la estancia en el mismo suele ser de 6 meses.

El papel del educador social es muy importante, realiza funciones como la de orientación social y personal, supervisión de programas y además es miembro de la Junta de tratamiento, formando parte del equipo técnico.Para finalizar me gustaría decir que es necesaria la labor de asociaciones de este tipo al igual que la creación de otras instituciones para ayudar a estas personas a reinsertarse en la sociedad abordando su problema desde primera hora y con los profesionales adecuados.
Aunque eso sí, mejorando el tema de cuando salen fuera, ya que existe el miedo de los propios reclusos de recaer una vez que estén fuera.

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